
La hiena se caracteriza por tener la cabeza y el cuello robustos, con unas mandíbulas y unos dientes premolares muy desarrollados, que están adaptados para triturar huesos con facilidad. La zona de los hombros es más alta que la de los cuartos traseros, que son más bien delgados, lo que hace que el lomo esté caído hacia atrás. Esto provoca la particular forma de correr de este animal.
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